Pese a la apertura ocurrida durante las últimas décadas, pese a que poco a poco la sociedad se va desprendiendo de los prejuicios, a día de hoy el sexo sigue siendo un tabú. Y si se relaciona con la discapacidad, el silencio que se crea su alrededor es total.
La sexualidad es un rasgo inherente en los humanos. Es una necesidad que años ha dio lugar a la que ahora se conoce como la profesión más antigua del mundo. Hay agencias especializadas en ofertar servicios de acompañantes, como esta dedicada a escorts en Barcelona. Para las personas sanas, cuyo cuerpo es cien por cien funcional, hay mil vías para suplir sus necesidades sexuales. Sin embargo… ¿qué pasa con las personas discapacitadas?
Sufrir una discapacidad no elimina de raíz las necesidades sexuales de la persona, y desde luego, la solución no es enterrar esa necesidad sólo porque aún sea un tabú para la sociedad. De hecho, en muchas ocasiones, son los padres de la persona discapacitada los que terminan por satisfacer a sus hijos, cuando debería haber profesionales que sepan cómo hacerlo.
Bajo el propósito de brindar un servicio profesional a los discapacitados y de superar el tabú de la sexualidad de las personas con discapacidad, ha nacido un protocolo pionero en Cataluña: el Tandem Inmity, creado por Tandem Team Barcelona. Es una asociación sin ánimo de lucro centrada en poner en contacto a discapacitados y voluntarios. Los principios de esta organización defienden la sexualidad como característica inherente e inseparable de las personas; si se separara de la identidad de un ser humano, se negaría su condición de persona. Por tanto, la lucha por la igualdad de las personas con discapacidades pasan necesariamente por aceptar su condición sexuada y las necesidades que de ella derivan.
Tandem Inmity se aleja de la prostitución desde el momento de la contratación de los voluntarios: deben pasar entrevistas personales y si la única motivación que los lleva a participar en el proyecto es económica, se descarta al candidato. Para Tandem Team Barcelona, la sexualidad va más allá del coito. No establece límites ni precios; si existe un acuerdo económico, será entre voluntario y usuario, y el tipo de actividad sexual se decidirá entre estos. La organización defiende que una mirada, una caricia o una felación pueden proporcionarle al usuario el mismo placer según la situación y la persona. Y es que la discapacidad física cambia la forma de sentir del cuerpo y, por tanto, también sus reacciones al contacto.
Es el primer paso para la normalización de un tabú que la sociedad, de tanto evitarlo, ha dejado en el más completo olvido. Aunque parece que por ahora propuestas como Tandem Intimity seguirán operando sin una legislación que proteja y regule la actividad, quizás llegue un momento en que, España imite a Suiza y legisle a favor de las necesidades sexuales de las personas con discapacidad y en contra de los prejuicios y los tabúes.