Es posible, ya somos dos, pero no deberíamos. La cirugía de ojos o refractiva es una técnica muy sencilla, rápida, indolora y efectiva que corrige los defectos de visión de una forma definitiva. ¿Y quién no querría eso?
Es posible que te asuste lo que pueda pasar si las cosas se salen de control, pero eso es algo altamente altamente improbable. Corres más riesgos viajando en coche cada día de camino al trabajo que entrando en quirófano para corregirte la vista. La clave está en el personal que encontrarás en la sala de operaciones. Son los profesionales más cualificados y, ante todo, son médicos. Jamás harían algo que pusiera en riesgo tu vida o tu salud, así que confía en ellos porque trabajan para ayudarte y hacerte la vida mejor. Si has conocido a un médico o aún a un estudiante de Medicina sabes que no hay nadie más responsable que este tipo de personas. Así que no te preocupes por el factor humano porque su profesionalidad está fuera de cuestión.
Si aún así te preocupa el uso del láser y lo que pudiera pasar (mil cosas hemos visto en películas del estilo de James Bond) quédate más tranquilo aún. La ficción no tiene cabida en la sala de operaciones y el láser es la herramienta más precisa y adecuada para este tipo de operaciones. Pero, sobre todo, sus resultados son del todo predecibles. Si no fuera así no lo usarían. En los casos en los que no se usa láser porque el defecto de visión o el tipo de córnea del paciente no lo permiten, la herramienta que usan es de nuevo la más adecuada y segura.
El procedimiento de la operación es muy sencillo y de hecho tan sólo se tardan quince minutos. Todo está pautado y no vas a notar ningún tipo de dolor. Se usa anestesia tópica (en gotas) y sedación y durante toda la intervención va a haber un anestesista en la sala para tu tranquilidad.
Una vez te hayan operado, el resultado es para siempre. Así que mira a tus gafas, despídete de ellas y decídete a informarte sobre la cirugía de ojos porque de verdad vale la pena.
Fuente: Doctor José Nieto